Aquella mañana de
cielo gris
Despertó pensando en
su regreso
Pero soñaba volver a
sentir
Una vez más, sus
cálidos besos.
Había pasado junto a
ella
Unos días
inolvidables
Pero tenía que
marcharse.
Con lágrimas en la
mirada
Despacio buscó pluma
y papel
Escribió una sencilla
carta
Dejándole la hora del
tren.
Tenía preparado su
equipaje
Esperaba pensativo y
en silencio
Volvió a leer su
bello mensaje
Sintiendo que la
seguía queriendo.
¿Qué puedo hacer?, se
preguntaba
Mientras poco a poco
pasaba el tiempo
Y sin querer, todavía
se lamentaba
Por tener que
marcharse tan lejos.
Pensó en dejarle un
regalo
Para que no sintiera
su ausencia
Algo que pudiera
conservarlo
Como si él estuviese
cerca.
Sabía que lo que más
le gustaba
Desde que era niña
eran las flores
Y aunque veía que se
marchitaban
Aquel día, quiso
comprar las mejores.
Un gran y bello ramo
de rosas
Rojas, como ella las
prefería
Como esos labios que
a solas
Había besado con la
luz del día.
Volvió a escribir de
nuevo
Brevemente un mensaje
Entretanto su
pensamiento
Añoraba verla un
instante.
Aquel sereno
atardecer
Vio cumplido su deseo
A ser su único dueño.
He recibido tu
mensaje
Le dijo ella con dulzura
Y un beso quiso
robarle
Bajo la clara luz de
la luna.
¡Qué bellas son las
rosas
Aunque se pierdan con
el tiempo
Pero esas noches
maravillosas
Siempre quedarán en
el recuerdo.
Nunca podré olvidarte
Dijeron sus bellos
ojos negros
Él, no pudo evitar emocionarse
Mientras el tren
avisaba de nuevo.
Tengo que subir mi
amor
Llegó la hora de
despedirse
Entre su pecho fuerte
la abrazó
Diciendo, de tu vera
no quisiera irme.
Te quiero, vida mía
Gritó al decirle
adiós
Y ella, desde el
andén repetía
Escríbeme pronto mi
amor.
Volvió a leer aquel
mensaje
Sintiendo que le
llevaba muy dentro
Que aunque el tiempo
los separase
Él, siempre sería su
único dueño.
Durante su largo
viaje
Solo tuvo un
pensamiento
Quería llegar cuanto
antes
A su pequeño y bello
pueblo.
Otra vez en su hogar
Volvió a la rutina de
siempre
Viviendo su triste
soledad
Tengo que hacerla mi
esposa
Murmuró al llegar a
su lecho
No quiero perderla
suspiró a solas
Y se durmió diciendo
te quiero.
Con su nombre en los
labios
Despertaba cada nueva
mañana
Murmurando siempre
muy despacio
Tu presencia me hace
falta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario